miércoles, 2 de diciembre de 2009

El decrecimiento y el desarrollo se cruzan en la Universidad

El cierre del ciclo “1969, 1989, 2009: Hacerse cargo de la realidad”, organizado por la Universidad de Comillas, introdujo dos perspectivas diametralmente opuestas: un teórico del decrecimiento como Carlos Taibo, junto a un trabajador por el desarrollo como Gonzalo Sánchez-Terán, con una extensa experiencia en África.

Por Miguel Ángel Moreno (AlterPolítica en CeroPretensiones)

Resulta realmente curioso escuchar en una misma conferencia un alegato en pos del replanteamiento del desarrollo, de cuestionamiento del discurso productivo capitalista, y, a renglón seguido, encontrar otra voz que expone las necesidades de un continente olvidado por el desarrollo económico como África. Dos visiones totalmente contradictorias, no tanto por su fondo, como por la elección de su punto de vista para entender el lema del ciclo propuesto por la Universidad Pontificia de Comillas: “Hacerse cargo de la realidad”.

Desde el pasado lunes 30 de septiembre, hasta la tarde de hoy, esta Universidad ha propuesto una serie de conferencias bipartitas (dos ponentes, con dos temas; en un mismo espacio físico y temporal); bajo la motivación del signo que ostentan los años que cierran las décadas de los sesenta y ochenta, años fundamentales para entender el mundo que hoy vivimos. De esta manera, tal y como 1969 y 1989 habían supuesto una toma de conciencia de la capacidad de la sociedad civil para provocar cambios –algunos más exitosos que otros, recordando la Primavera de Praga de Alexander Dubcek –, 2009 se plantea desde estas jornadas como otro momento clave para hacerse cargo de los retos del presente, que ya es futuro. Aunque, dicho sea de paso, mucho tendría que progresar la Conferencia de Copenhague para que este ciclo de doce meses, que pronto terminamos, sea recordado como algo más que “un año de crisis”.

El perfil general de las intervenciones destacó por su calidad: tanto Carlos Taibo, que contaba con el hándicap de tener que justificar una visión del mundo – la del decrecimiento – no exenta de críticas, como Gonzalo Sánchez-Terán, que demostró una grandísima pasión por los verdaderos problemas del continente africano, muy alejado del paternalismo del que a veces se acusa a los cooperantes europeos.

Las posturas del decrecimiento parten de un cuestionamiento de la lógica de desarrollo capitalista: “Nos hemos acostumbrado a la ecuación que equipara el crecimiento económico con la cohesión social”, que lleva a lo que Carlos Taibo denominó como “un modo de vida esclavo”. Esta filosofía de vida en el consumo se asienta en tres pilares fundamentales: la publicidad, el crédito y la noción de caducidad de los productos. Como buen profesor – Taibo imparte clases en la Universidad Autónoma de Madrid a los alumnos de Ciencias Políticas – supo llenar su discurso de metáforas, ejemplos y pequeñas historietas.

Carlos Taibo (Fuente: elredcurso)

Este proyecto de vida en la esclavitud moderna supone una anulación de la vida social, sustituida por al vida del consumo, y un olvido de la visión a largo plazo; lo cual se hace más urgente en el momento actual, cuando no estamos seguros de que la vida que la siguiente generación va a ser mejor que la de la generación actual –algo que había sido una constante en la historia del desarrollo humano: los hijos viven mejor que sus padres, éstos han vivido mejor que sus abuelos…–.

Planteada una justificación de un proceso de decrecimiento, que prime el reparto del trabajo, al reducción de infraestructuras, la simplicidad y la sobriedad… queda la duda razonable de si esto se puede aplicar de la misma forma para todos los países. Para Carlos Taibo, no puede aplicarse de la misma forma, pero debe exigirse que los países en desarrollo no comentan los mismos errores que sus vecinos del Norte.

Y es que África está creciendo, y en este 2009 – un dato para que sea recordado – el continente materno del género homo ha alcanzado los mil millones de habitantes. Gonzalo Sánchez-Terán partió de esas buenas noticias, que pasan por la llegada de capital por distintas vías, el proceso de urbanización, el descenso del número de conflictos bélicos, o el desarrollo de las democracias… para dibujar una fotografía global del continente.

Gonzalo Sánchez Terán (Fuente: DiarioSur)

“África tiene cuatro cepos: las fronteras, los líderes, la riqueza y la tierra”, Sánchez-Terán recurría a la imagen del cepo para analizar los males endémicos que provocan el estancamiento de muchos países del continente en su proceso de desarrollo. A partir de ejemplos de países concretos, su discurso sobre el continente africano se fue enriqueciendo, y consiguió involucrar a todo el auditorio con un discurso apasionado, apegado al continente y a su sociedad.

Guinea Conakry, Chad o Liberia – entre los muchos países que podría haber elegido – sirvieron para comentar las distintas realidades del continente, y el peligro de los ya citados “cepos”. El cepo de las fronteras, derivado del Congreso de Berlín: “un acto criminal”; o el cepo de los líderes, surgidos a influencia de los que ejercieron el poder colonial, con el modelo de “hombre fuerte”, autoritario y nada dialogante – nada parecido al origen de las sociedades africanas –.

Sánchez-Terán pintó una África que cuenta con riqueza –oro, bauxita, petróleo, coltán... – que constituye otro “cepo” más para su desarrollo, al atraer el control de las multinacionales. Un continente naturalmente rico, pero que se hace pobre cada día, con el avance de la desertización de la tierra, su cuarto “cepo”, provocado por el mismo modelo consumista y cortoplacista ideado en el Norte y denunciado por Carlos Taibo.


El debate concluyó en el punto común de la necesidad de nuevos paradigmas, y el mantenimiento de la ayuda al desarrollo como una medida correctora de los vicios del paradigma del capitalismo salvaje. Sánchez-Terán aportó el eslogan unificador al final de su intervención: “Tenemos que conspirar, etimológicamente, respirar juntos”.